Los ojos de todo el planeta estaban encima de él, era la última esperanza de Eventos. Dió dos pasos hacia atrás, resopló, pero acabó mandando el balón por las nubes. El silencio invadió todas las casas de Eventos. Sobre el campo, Solo Franco miraba hacia el suelo con los brazos en jarra. No era una simple imagen de derrota, era como si aquel prodigio hubiese perdido su alma. Nunca antes se había visto una imagen tan desoladora sobre un campo de fútbol. En sus ojos podía verse la tristeza infinita, la representación de un sueño frustrado, la promesa rota de un niño que algún día le juró a su padre algo que nunca le pudo dar.
Nada ni nadie pudieron consolarle, durante más de cinco años, llegó incluso a tener pesadillas con aquel penalti durante mucho tiempo. Y es que tras aquel partida, en Eventos comenzó a popularizarse una frase que dice: "Sócrates murió envenenado, pero Franco murió de pie"